El pasado domingo 15 de junio, mientras muchas familias celebraban el Día del Padre, un sismo de magnitud 6.1 remeció Lima y Callao, causando momentos de pánico. Aunque el movimiento fue corto, los daños fueron evidentes: techos derrumbados, paredes colapsadas y una persona fallecida en Independencia. Sin embargo, lo más preocupante no fue el temblor en sí, sino lo que dejó al descubierto: la ciudad no está preparada para enfrentar un terremoto de gran magnitud.
Así lo advirtió Hernando Tavera, presidente del Instituto Geofísico del Perú (IGP), quien aseguró que este sismo no alivió la presión sísmica acumulada en la zona costera central. “Este movimiento no ha liberado la energía que se ha venido acumulando. El gran sismo todavía está por llegar”, sostuvo el especialista.
Tavera resaltó que más allá de la magnitud del sismo, lo importante es cómo vibra el suelo y cómo las edificaciones responden ante esa aceleración.
Lima: una ciudad en riesgo por malas construcciones
Muchas zonas de la capital tienen edificaciones informales, levantadas sin asistencia técnica, sobre suelos inestables o de relleno, lo que incrementa enormemente su vulnerabilidad. Según el IGP, Lima está asentada sobre una “bomba de tiempo”: un tramo de 400 kilómetros frente a su costa no ha liberado energía sísmica en más de 270 años.
Este segmento, ubicado justo entre las placas Nazca y Sudamericana, representa una gran amenaza. El temblor del domingo rompió apenas una pequeña parte de esa tensión acumulada. Según Tavera, un terremoto de magnitud 8.8 podría liberar hasta 27 mil veces más energía que el sismo del 15 de junio.
El sismo de Pisco en 2007, por ejemplo, rompió una sección de 170 kilómetros. En comparación, el movimiento que se espera en Lima podría duplicar esa extensión.
El foco debe estar en la prevención
El llamado del IGP es claro: no hay que pensar en cuándo ocurrirá, sino en qué tan preparados estamos. La responsabilidad no recae únicamente en las autoridades, sino también en los ciudadanos. Participar en simulacros, reforzar nuestras viviendas y evitar construir en zonas de alto riesgo son pasos necesarios.
El reciente sismo dejó al descubierto la fragilidad de muchas estructuras, especialmente en distritos como Comas, Ventanilla, Villa El Salvador o asentamientos construidos en laderas. En Independencia, por ejemplo, la caída de una pared causó la muerte de un conductor que esperaba a un pasajero en su mototaxi.
Según el IGP, cientos de viviendas en Lima fueron levantadas sin respetar normas de seguridad, en terrenos inadecuados y sin evaluación técnica, lo que podría ser fatal en caso de un sismo mayor. “El verdadero problema no es el sismo, sino la vulnerabilidad de nuestras construcciones”, insistió Tavera.
Una advertencia que no debemos ignorar
Si bien el sismo de 6.1 no fue catastrófico, sí dejó lecciones importantes. Fue una especie de ensayo, que mostró cómo un movimiento moderado puede causar grandes daños si no hay prevención ni estructuras seguras. El IGP pidió que esta experiencia sirva para reforzar la cultura de prevención en todos los niveles de la sociedad.
Además, hizo un llamado a las autoridades para crear una mesa de trabajo nacional, basada en estudios técnicos, que permita tomar decisiones informadas y reducir los riesgos sísmicos en el país.
El mensaje final del IGP es contundente: Lima sigue siendo un punto crítico para un gran terremoto. Actuar ahora es clave para no lamentar después.