Para no descuidar en medio de todo ese tren el necesario cuidado del pelo, apelamos a la ayuda del experto
1. Antes de la ducha
Hay varias cosas que se pueden hacer en ese momento y que son súper proactivas a la hora de maximizar el cuidado del cabello y resaltar la belleza auténtica del mismo: desenredar el cabello para que el shampoo trabaje mejor y evitar roturas, ya que en estado húmedo el cabello es más vulnerable. Colocarse una mascarilla y dejarla actuar previo al baño.
2. Antes de irse a dormir
Es importante cepillar el cabello todas las noches, entre 10 y 20 pasadas, según el tipo y cantidad de cabello. Esta actividad favorece la circulación sanguínea y la eliminación de cabellos en proceso de caída para dar permiso a un nuevo crecimiento. ¿Recomendación? Utilizar cepillos de cerda o productos que potencien el brillo de la cutícula.
3. Elegí bien la temperatura del lavado
Sí, el agua fría sella las cutículas y activa la circulación, pero el agua caliente también es más eficiente a la hora de eliminar la suciedad… Y, ojo, que si está muy caliente, se puede generar más oleosidad e irritación.
El consejo es usar un punto intermedio y, cerca del final del lavado, ir paulatinamente a una temperatura más fría. Aunque no lo creamos, el cambio brusco de temperatura puede dañar la cutícula. Luego se puede finalizar con un spray acondicionador ya que prolonga el cuidado y evita la posible desnutrición.
4. Evita los tirones de pelo al lavar
Es importante recordar que el encargado de la limpieza y de hacer espuma, es el shampoo que elijamos. Nuestras manos sólo deben distribuirlo por las raíces de una manera suave y sin forzar; si abusamos de nuestra fuerza puede que activemos la glándula que genera cebo y llevar a un resultado contrario, un cabello más graso.
5. Invertí en un buen producto
Lo barato sale caro y esa es la ley primera. La elección de las herramientas es fundamental y nos facilita muchísimo el tiempo y el resultado a la hora de mimar a nuestro cabello.
Un buen desenredante, por ejemplo, ayuda a que el tiempo de peinado sea más corto y cueste menos, así como también el uso de peines con púas anchas, empezando siempre por las puntas y subiendo hacia la cúspide del cabello.
Las lociones son otros adicionales que siempre suman ya que tienen la textura perfecta para una buena distribución, sin aglomeración de producto, a la hora de dejar secar el cabello de forma natural. Y además, hidrata. No tengas miedo a comprometerte con una línea de cuidado, shampoo y acondicionador. Al principio el cabello no se va a acostumbrar a él y sus resultados se podrán sentir inesperados los primeros días.
Por eso, es importante previamente el consejo de un profesional para diagnosticar cada situación capilar en particular, en caso de que haya que recorrer un camino de reparación o de deshidratación, o probablemente haya tiempos de usar uno u otro producto. Una vez que el cabello está en condiciones estables, se puede seguir con el producto indicado para tu tipo de cabello.
7 Busca sanar el cabello, no “maquillarlo”
Existen miles de opciones a la hora de elegir productos para reparar tu cabello, o simplemente satisfacer la necesidad de “verlo sano”. Por más que cualquier serum o aceite nos aporte brillo y suavidad, tenemos que saber que mientras el cabello esté con daños internos, todo lo que hagamos no servirá para nada y solo maquillará lo visible.
Hoy en día, muchos tratamientos permiten arreglar diferentes situaciones internas del cabello en sólo 10 minutos, sin necesidad de calor, de cofias o de pasar toda una noche con el cabello aglomerado de producto. Lo mejor es optar por bálsamos, o lociones, ya que dan un aspecto suave y aportan hidratación o reparación a lo largo del día.
8. Verano, no vuelvas más
Nos encanta sí, pero los efectos del sol, el mar o las piscinas son inclementes: resecan el cabello, lo parten, dejan el cuero cabelludo irritado, lavan los colores, los rulos de opacan… Para mitigar su impacto, es recomendable utilizar sombreros (sí, también en otoño), y productos con protección UVB y UVA.
Es fundamental sostener nuestra propia hidratación: mucha agua y lociones ultrahidratantes para proteger la cutícula en esos momentos de alta exposición. Una cutícula sana es todo lo que está bien: no se barre el color, no se deshidrata la fibra capilar y previene posibles roturas.
9. Es vital conocer nuestro cuero cabelludo
Así es, siempre el cuero cabelludo esté sano, el cabello crecerá bien. Con sólo prestar atención a su color podemos darnos cuenta de su salud. Para ello, una receta muy simple; hacer una división con la cola de un peine y observarlo: si su tono es rosado, está sano, y podés elegir cualquier tipo de shampoo.
En cambio, si es grisáceo u opaco, probablemente tengas cabello seco, y si encontrás un color amarillento, tu cuero cabelludo será más propenso a ser graso. De esta forma es más simple elegir el producto adecuado.
10. ¿Cabello con frizz o encrespado por naturaleza?
Hay una sutil diferencia, aunque ambos suelen ser detestados por las mujeres. Los cabellos más finos son los que tienen menos presencia cuticular y por esta razón son más propensos a tener frizz ¿Cómo solucionarlo? Dándole hidratación.
En el caso de los cabellos crespos, más gruesos y resistentes, la opción es la contraria, hay que elegir productos con peso y nutrientes que aporten suavidad y control a lo largo del día. En este aspecto es ideal para tener una eficaz limpieza y mantener los nutrientes naturales que nos da nuestro cebo, así controlamos el encrespado.
En cambio, usar un acondicionador para lavar el cuero cabelludo, no solo que no limpiará, si no que también generará residuos que en corto plazo puede generar daños dermatológicos en la piel.