Pekín, miércoles 16 de abril – El gobierno de China instó este miércoles a Estados Unidos a detener sus acciones coercitivas y su retórica amenazante, si verdaderamente desea encontrar una solución negociada a la creciente tensión comercial que enfrenta a las dos economías más grandes del mundo. La declaración fue realizada por el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Lin Jian, en respuesta a los recientes comentarios de funcionarios estadounidenses que han responsabilizado a Pekín de la falta de avances en el proceso de negociación para desescalar la llamada guerra comercial.
Lin fue tajante al señalar que si Washington quiere realmente resolver el conflicto, debe cesar las amenazas y los chantajes económicos, y sentarse a la mesa de diálogo bajo condiciones de igualdad, respeto mutuo y búsqueda de beneficios recíprocos. “China no desea entrar en una confrontación, pero tampoco teme hacerlo si se ve obligada”, afirmó el vocero, en una declaración que deja claro que Pekín está dispuesto a resistir ante lo que percibe como un trato injusto y desequilibrado por parte del gobierno norteamericano.
Desde que el presidente Donald Trump asumió el poder en enero, ha intensificado las políticas proteccionistas, aplicando una serie de aranceles adicionales del 145% sobre una amplia gama de productos importados desde China. Estas medidas se suman a otras tarifas ya impuestas por administraciones anteriores, lo que eleva el total hasta un potencial del 245% sobre ciertos bienes. El argumento inicial del gobierno estadounidense para justificar estas severas sanciones comerciales fue el supuesto rol de China en la crisis del fentanilo, una droga que ha causado una epidemia de adicción y muertes en EE.UU. Posteriormente, la Casa Blanca amplió los motivos, alegando la necesidad de corregir los desequilibrios en la balanza comercial bilateral.
Como respuesta, China impuso aranceles equivalentes al 125% sobre diversas importaciones procedentes de Estados Unidos, en una clara muestra de que no permitirá que las medidas unilaterales de Washington queden sin contrapeso. Estos intercambios de sanciones han contribuido a una escalada de tensiones que genera incertidumbre en los mercados globales.
Sin embargo, no todo ha sido confrontación. En una aparente señal de apertura hacia una posible distensión, el gobierno de Trump ha decidido excluir de los nuevos aranceles a ciertos productos tecnológicos clave como computadoras portátiles, teléfonos inteligentes, chips semiconductores y otros dispositivos electrónicos. Esta decisión parece responder a la realidad de que China es uno de los principales productores mundiales de estos bienes, y que imponerles mayores tarifas podría afectar negativamente no solo a los consumidores estadounidenses, sino también a empresas de tecnología con cadenas de suministro globalizadas.
El impacto de esta guerra comercial no se limita únicamente a las dos potencias. Organismos internacionales como la Organización Mundial del Comercio (OMC) han alertado sobre los efectos colaterales que esta confrontación puede tener sobre la economía global. Ngozi Okonjo-Iweala, directora general de la OMC, advirtió que el aumento de las barreras arancelarias, especialmente por parte de una economía tan influyente como la de Estados Unidos, podría generar “consecuencias muy graves” para las economías más frágiles del planeta. En una entrevista con la agencia AFP, la funcionaria explicó que estas políticas podrían frenar el crecimiento del comercio internacional y afectar negativamente a países en vías de desarrollo.
De hecho, las últimas proyecciones de la OMC anticipan que, si se mantiene esta política comercial agresiva, el volumen del comercio mundial de bienes podría experimentar una caída de hasta un 1,5% en el año 2025. Este pronóstico añade una nueva capa de preocupación a un panorama económico ya afectado por múltiples desafíos, desde la inflación hasta los conflictos geopolíticos.
En resumen, el llamado de China a una negociación en términos de respeto e igualdad pone nuevamente en evidencia la necesidad de encontrar soluciones diplomáticas a los conflictos comerciales, evitando que las tensiones entre grandes potencias perjudiquen a la economía global en su conjunto.