Gerald Oropeza, quien alguna vez fue conocido como el «Tony Montana peruano» debido a su involucramiento en el narcotráfico y lavado de activos, ha dejado atrás ese oscuro capítulo de su vida para reinventarse como influencer en el mundo de las redes sociales.
De la notoriedad criminal a la fama en redes sociales
En 2015, el nombre de Oropeza se convirtió en uno de los más mencionados en los medios de comunicación peruanos después de un violento ataque que sufrió en su lujosa camioneta Porsche mientras se encontraba en el distrito de San Miguel. Durante el ataque, los sicarios lanzaron una granada contra su vehículo, aunque Oropeza logró sobrevivir, los atacantes escaparon del lugar. Sin embargo, dejaron atrás importantes documentos y celulares que permitieron a la Policía descubrir una organización criminal con la que Oropeza estaba vinculado, dedicada al tráfico de drogas.
Fuga y captura internacional
Tras el atentado, Oropeza decidió huir del país, lo que desencadenó una intensa búsqueda internacional. Después de meses de estar prófugo, fue capturado en Ecuador mientras compraba un helado, lo que causó gran sorpresa y cobertura mediática. Una vez extraditado a Perú, fue procesado y sentenciado a seis años de prisión en el penal de máxima seguridad de Yanamayo, en Puno, una cárcel conocida por albergar a algunos de los criminales más peligrosos del país.
Una nueva vida tras las rejas
Dos años después de haber cumplido su condena y de haber dejado la prisión, Gerald Oropeza ha encontrado un nuevo propósito en su vida, alejándose del mundo del crimen que una vez lo definió. Según un reciente reportaje del programa «Panorama», Oropeza ahora lleva una vida activa en las redes sociales, destacando especialmente en TikTok, donde ha logrado reunir más de 320,000 seguidores. Además, se le ha visto frecuentando discotecas y eventos sociales, manteniendo una presencia constante en la vida nocturna peruana.
De criminal a influencer
Oropeza ha señalado que su nueva dedicación es a las redes sociales y la organización de eventos en discotecas, especialmente en provincias. Ha mencionado que su «fama» le ha permitido trabajar y encontrar oportunidades de negocio, auspiciando discotecas y colaborando con un equipo que ha formado. «Ahora estoy pegado en TikTok, como mucha gente de la farándula que ya está entrando a esa plataforma», declaró.
A pesar de su cambio de vida, Oropeza sigue lidiando con las consecuencias de su pasado. Asegura que sus autos de lujo, incautados por el Estado durante la investigación, no han sido devueltos, aunque insiste en que nunca se le encontró evidencia incriminatoria. «Nunca me encontraron nada, ni nunca lo van a encontrar porque nunca hubo nada. No me quieren devolver (los autos), creo que les gustó», afirmó.
Reflexiones sobre el pasado
Oropeza también ha reflexionado sobre las lecciones que ha aprendido a lo largo de su turbulenta vida, señalando que las dificultades le han enseñado a valorar la amistad y la lealtad, descubriendo quiénes realmente eran sus verdaderos amigos. Ahora, con su nueva vida como influencer, busca dejar atrás su pasado y construir una nueva identidad en el mundo digital, utilizando su notoriedad para mantenerse y prosperar en una industria completamente diferente a la que lo llevó a la cárcel.
Este giro en la vida de Gerald Oropeza, de un criminal perseguido internacionalmente a un influencer en ascenso, ha capturado la atención de muchos, mostrando cómo la vida puede dar giros inesperados y cómo las redes sociales pueden ofrecer segundas oportunidades, incluso a quienes han estado inmersos en la criminalidad.