Entre semana nuestro día empieza desde las 8 de la mañana, lo cual implica levantarnos entre las 5:30 y 6:30 a.m., darle duro a las actividades del día y al final del día, llegar a la casa rendidas a dormir y abrir los ojos para que arranque un nuevo día. Cada vez que escucho el despertador pienso que hace parte de mis sueños, que es la música de una buena fiesta, pero de repente se me hace conocida y me doy cuenta que es un sonido familiar… ¡bum! ¡Es el despertador! Y trato de apagarlo dormida, pero no puedo. De un momento a otro estoy con los ojos entre abiertos, nada qué hacer, es hora de levantarme de la cama y comenzar un nuevo día. Bueno, aquí entre nos, hay días que en vez de levantarme me caigo o me tropiezo, pero trato de tomarlo con calma y sonreír
¡Porque el comienzo del día es lo que marcará cómo será el resto!
Lo primero que pienso es que me quedé dormida 20 minuticos de más, así que tengo que correr para no llegar tarde.
¡Ay! Yo que quería unos huevitos con arepa…pero tocará comer un pedazo de pan e increíblemente pasarlo con gaseosa. No es que me guste la gaseosa y menos en horas de la mañana, pero con el afán de ayer y anteayer no tuve tiempo de comprar nada para el desayuno, menos para el almuerzo. La gaseosa que quedaba era de una reunión de hace una semana… Ya veo que al mediodía tendré que pedir un domicilio nuevamente, y lo más triste es que probablemente si la jornada se alarga, ese domicilio será también mi comida.
Pienso constantamente en este tema porque me persigue. ¡Creo que comer bien es fundamental para ganar energías que necesito para mantenerme en pie, para sentirme vital, para rendir como se debe y pensar con claridad!
A veces entro en una rutina maratónica que me deja poco tiempo libre, tiempo que uso para ver a mi familia y cuando se puede, a mis amigos. Pero…
¿Cuándo saco un espacio para cuidarme y ser más consciente de mi alimentación y mi salud?
Definitivamente comer sano es un reto, pero es un reto que decidí tomar, no solo porque me cansé de pedir comida rápida, sino que me di cuenta que me estaba restando calidad de vida.
¡La comida chatarra es una tentación que me persigue!Pero así mismo sé que es momento de entrar en acción y de hacer un cambio. Este es mi momento de verdad.
#MDV
Algunos hechos que me hicieron sentir más segura de enfrentar este reto de comer saludablemente, fueron:
-
Las conferencias que le están dando la vuelta al mundo sobre la lucha contra la obesidad desencadenada por los malos habitos alimenticios. Me di cuenta que es real: el mundo sufre de obesidad y si no hago nada también la puedo sufrir yo. Pero también se puede evitar llegar a esta etapa, aprendiendo a cocinar recetas sencillas que se pueden preparar en solo 10 minutos. Así no hay que estar pidiendo comida rápida con la disculpa que no tenemos tiempo.
-
Según los expertos si queremos perder peso o simplemente estar saludables, no debemos pensar que con solo ir al gimnasio vamos a lograrlo. Yo era consciente de eso, pero ahora cada vez que me veo en el espejo ese gordito que no baja, simplemente pienso que es culpa de las pizzas, las hamburgesas y sus derivados, entonces no me dan ganas de seguir comiendo comida chatarra.
-
De acuerdo a un estudio realizado en Estados Unidos1, las personas que están rodeadas de restaurantes de comida chatarra, tienen mayor probabilidades de tener una mala nutrición y obesidad. Esto como todos los estudios que salen últimamente suena bastante obvio, pero me hizo caer en cuenta que si es fácil para mí conseguir comida rápida, debía desaparecerla de mi menú.
No quiero convertirme en esa amiga que cada vez que vamos a comer nos advierte cuántas calorías tiene el bocado que estamos a punto de morder, o aquella que nos dice que la carne es malísima para la digestión, y ni se diga de esos postres que te mandan el azúcar al cielo. Creo que eso es caer en el extremo, y mi filosofía es que si no lo disfrutas y te preocupa cuánto te engorda, te engordará el doble. Así que ni pensar en tomar esta actitud. Me encanta disfrutar lo que como, pero todo lo anterior me llevó a poner una meta clara, que puede parecer un poco
cursi, pero es algo realista. Me comprometí a regalarme bienestar y mejorar esa relación conmigo misma: no quiero que pasen 10 años, me vea en el espejo, y me dé cuenta que debí haberme cuidado más.
El primer paso fue tomar un curso de cocina básica por internet. Me tomó solo un sábado por la mañana y debo confesar que estoy orgullosa de poder tener 3 recetas rápidas en mi nevera, así cuando creo que me podría quedar hasta tarde en la oficina las llevo conmigo.
La primera es un wrap de pollo con tomate, pimentón y apio, la segunda nuggets de pollo con lechuga, pepino y tomate. Y por último pasta con atún, y se le puede adicionar zanahoria. Lo rico de esta receta es que aunque esté fría sabe delicioso. Esas recetas las comparto aquí para todas ustedes…
Para continuar con el plan de comida saludable, saber cocinar “nivel básico” es un buen comienzo, pero debe ir acompañado de un compromiso con la nevera y con el mercado.
Así que mi segundo paso en esta conquista fue desaparecer los imanes con números telefónicos de restaurantes de comida rápida. Y también cualquier cosa que nos recuerde que hay una opción “fácil” de resolver el problema de hambre. Así que guardé el cortador de pizzas, y los vasos gigantes que usaba para la gaseosa y en el mercado disminuí la compra de paquetes de papitas y dulces.
En cambio compré más frutas, ahora me encantan las uvas, esas que son súper dulces, se convirtieron en mi entre día favorito. Eso sí, a uno le da por comer todo el día, pero al ser todo saludable hasta pude bajar de peso. Esta fue la mejor opción para mí, y no sé si ustedes opinen los mismo, pero cuando los horarios de trabajo no son muy claros, uno tiene que estar listo para el plan A, el plan B y hasta el C. Para todo esto nada mejor que una nevera bien equipada que nos ayude a cubrir todos los frentes. Esos son mis tips para empezar una alimentación saludable. No son muchos, pero la verdad creo que son un buen comienzo para cualquiera de nosotras al momento de querer cumplir este objetivo, que se puede tornar un poco difícil. Finalmente la comida chatarra se puede volver una adicción, no solo por lo rica sino porque es una solución fácil a nuestros problemas de tiempo. Pero lo mejor es tomar medidas, ¡nuestra salud ante todo!